Desde los
comienzos de la civilización han existido formas sencillas de
estadística, pues ya se utilizaban representaciones gráficas y otros
símbolos en pieles, rocas, palos de madera y paredes de cuevas para contar el
número de personas, animales o ciertas cosas.
Hacia el año
3000 a.C. los babilonios usaban ya pequeñas tablillas de arcilla para
recopilar datos en tablas sobre la producción agrícola y de los géneros
vendidos o cambiados mediante trueque.
Los egipcios
analizaban los datos de la población y la renta del país mucho antes de
construir las pirámides en el siglo XXXI a.C.
Los libros bíblicos de Números y Crónicas
incluyen, en algunas partes, trabajos de estadística. El primero contiene dos
censos de la población de Israel y el segundo describe el bienestar material de
las diversas tribus judías.
En China
existían registros numéricos similares con anterioridad al año 2000 a.C.
Los griegos clásicos realizaban censos cuya información se utilizaba hacia el
594 a.C. para cobrar impuestos.
El Imperio romano
fue el primer gobierno que recopiló una gran cantidad de datos sobre la
población, superficie y renta de todos los territorios bajo su control. Durante
la edad media sólo se realizaron algunos censos exhaustivos en Europa.
Los reyes
carolingios Pipino, el Breve, y Carlomagno ordenaron hacer estudios minuciosos
de las propiedades de la Iglesia en los años 758 y 762 respectivamente.
Después de la
conquista normanda de Inglaterra en 1066, el rey Guillermo I de Inglaterra
encargó un censo. La información obtenida con este censo, llevado a cabo en
1086, se recoge en el Domesday Book.
El registro de
nacimientos y defunciones comenzó en Inglaterra a principios del siglo XVI, y
en 1662 apareció el primer estudio estadístico notable de población, titulado
Observations on the London Bills of Mortality (Comentarios sobre las partidas
de defunción en Londres). Un estudio similar sobre la tasa de mortalidad en la
ciudad de Breslau, en Alemania, realizado en 1691, fue utilizado por el
astrónomo inglés Edmund Halley como base para la primera tabla de mortalidad
En el siglo XIX,
con la generalización del método científico para estudiar todos los fenómenos
de las ciencias naturales y sociales, los investigadores aceptaron la necesidad
de reducir la información a valores numéricos para evitar la ambigüedad de las
descripciones verbales.
En nuestros
días, la estadística se ha convertido en un método efectivo para describir con
exactitud los valores de datos económicos, políticos, sociales, psicológicos,
biológicos y físicos, y sirve como herramienta para relacionar y analizar
dichos datos.
El trabajo del
experto estadístico no consiste ya sólo en reunir y tabular los datos, sino
sobre todo en el proceso de interpretación de esa información.
El desarrollo de
la teoría de la probabilidad ha aumentado el alcance de las aplicaciones de la
estadística. Muchos conjuntos de datos se pueden aproximar, con gran exactitud,
utilizando determinadas distribuciones probabilísticas; los resultados de éstas
se pueden utilizar para analizar datos estadísticos. La probabilidad es útil
para comprobar la fiabilidad de las inferencias estadísticas y para predecir el
tipo y la cantidad de datos necesarios en un determinado estudio estadístico.
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